domingo, 13 de junio de 2010

El caso Kerviel en Société Générale

Sobre la acusación que Société Générale (S.G.) ha realizado sobre un miembro de su plantilla, el broker Jérôme Kerviel, cabe hacer algunas reflexiones acerca del papel que un buen gobierno corporativo puede desempeñar en las empresas.
Kerviel realizaba operaciones de bolsa que habrían proporcionado pingües beneficios al Banco, pero que en el año 2008 ocasionaron pérdidas de 5 bn de Euros. Kerviel se integraba en la estructura de Banca de Inversión de S.G. con lo que es de suponer que reportaba sus operaciones a su línea directa, quien debía aprobar o no, tomar riesgos hasta cierto nivel. Sin embargo, el Banco le acusa de tomar decisiones que no le competían y llevar a la institución a una situación crítica. Hasta aquí los hechos.
Como uno de los testigos de la defensa, antiguo supervisor en Banca de Inversión de S.G., afirma, no es posible que los directivos del Banco estuvieran al margen de las decisiones que Kerviel tomaba, y parece lógico pensar que uno de los mayores bancos del mundo estuviera dotado de un conjunto de normas de control interno, que son el marco de referencia que directivos, empleados y shareholders utilizan en sus relaciones con la Sociedad.
Después de repetidos fallos en los sistemas de control empresarial (Enron, Lehman Brothers, corrupciones “a la española” tipo Gürtel y Pretoria, etc) que han ocasionado pérdidas económicas, de prestigio y confianza de los agentes económicos en el sistema que comparten, reaccionando con un instintivo “sálvese quien pueda”, los diferentes países, a través de sus Gobiernos o Instituciones Financieras Públicas, han intentado dotarse de normas de mayor calado: Sarbanes Oxlay, 2002; Principles of Corporate Governance, OCDE, 2004; Código Unificado de Buen Gobierno, CNMV, 2006 actualmente en revisión; la nueva regulación financiera impulsada por el Gobierno Obama, 2010; etc.
Me interesa destacar de estas normas un aspecto clave para que sean útiles y es la responsabilidad asumida por los Consejeros Delegados y Comité de Dirección de las compañias. Estos, además de llevar adelante los objetivos de rentabilidad y notoriedad tienen la responsabilidad de dotarlas de los sistemas de buen gobierno y control interno de acuerdo con la legislación en vigor de manera a proteger los activos y personas, con una visión a largo plazo que les transcienda, es decir, que el barco funcione cuando ellos ya no estén. Y es más, no sólo tienen la responsabilidad de dotarse de esos mecanismos de buen gobierno, sino también de asegurarse que han sido bien entendidos por sus equipos y de controlar con voluntad su correcta aplicación.
Y es ahí, donde las cosas quizá no funcionen como debieran, porque aunque las grandes compañias, cotizadas o no, son buenas en dotarse de sistemas tipo “Manual de Control Interno”, “Código Ético”, “Informe de Gobierno Corporativo”, etc, realizados con la ayuda de buenos expertos de imagen, no sé, a la vista de los hechos que nos rodean, si son tan buenas en un sentido profundo. Y es que no hay nada tan difícil en la vida como la consistencia, entre lo que se predica y lo que se hace. Quien lo logra, es un héroe, en estos convulsos tiempos…

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