martes, 23 de noviembre de 2010

Que no paguen los de siempre

Entre las cosas peores que tiene una crisis económica está ver cómo nos despierta los instintos más primarios. De pronto, todo el camino que habíamos recorrido desde la razón y el sentido social se desanda y vencen argumentos proteccionistas, de rechazo al diferente, al que puede competir con nosotros. Lo estamos viendo desde muchos ángulos. A nivel internacional, en las tentaciones proteccionistas del discurso político de Merkel, al confesar que existen otros medios para hacer entender a China que tiene que fortalecer su moneda, aludiendo a las posibles barreras de entrada a sus productos que Europa podría poner en marcha. Las leyes del mercado se respetan sólo cuando no vayan en contra de nuestros intereses. Lo hemos visto en política con los argumentos xenófobos a lo largo de la historia. El auge de los partidos ultranacionalistas y de extrema derecha se produce en momentos económicos difíciles.
Con igual lógica, una crisis como la que vivimos deja desnuda la consistencia de los grandes mensajes. Es el caso del enfoque adoptado sobre la ayuda al desarrollo. En el año 2000 se planteó reducir a la mitad el número de pobres en relación con 1990. La realidad hoy es muy otra. La crisis ha aumentando en 215 Millones el número de pobres, según el informe acerca de la revisión de los Objetivos del Milenio, presentado en Setiembre en la ONU. Y no es de mucha ayuda recordar a Zapatero en ese foro prometiendo llegar al 0,7% de contribución en la ayuda al desarrollo (AOD) de España en el 2015, cuando en Mayo anunció un recorte de 800 Millones entre el 2010 y 2011, que ha convertido en 1.000 Millones al presentar el presupuesto en la práctica. Del 0,5% en el 2010 pasamos al 0,35% en el 2011. Tampoco ayuda saber que algunos grupos parlamentarios han propuesto, en el marco de la discusión de los presupuestos, enmiendas que suponen una reducción del recorte a las que tanto el PP como el PSOE han votado en contra. Es curioso que sólo se pongan de acuerdo en los grandes temas, pero en el peor sentido. Los discursos están bien para que no se diga que no existen ideas, otra cosa es hacer lo que se dice, que ya se sabe que hay que ser flexible.
Lo triste de todo esto es que aunque sea comprensible arrugarse cuando las cosas van mal, uno siempre espera que aquellos que nos representan tengan la autoridad moral de defender lo difícil. Porque no nos engañemos, la solución a la crisis no pasa por competir por el mendrugo de pan con los más pobres, sino por poner en marcha medidas como la tasa a las transacciones financieras internacionales, o internamente verdaderas medidas de austeridad y buena gestión en la administración.
Por eso, apoyo la campaña que Intermón Oxfam está llevando a cabo cuyo lema es “Que no paguen los de siempre”, y del que dejo enlace.
http://www.intermonoxfam.org/es/page.asp?id=3801