lunes, 14 de junio de 2010

El apartamento de Billy Wilder 1960-2010

La película “El apartamento” de Billy Wilder, estrenada hace 50 años, me parece una película perfecta. Reúne todos los ingredientes para que así sea: unos actores estupendos (Jack Lemmon y Shirley MacLaine), un ritmo que te atrapa y una historia agridulce que conecta con la sensibilidad del hombre moderno y te permite la reflexión.
C.C. Baxter es un empleado más de los 31.000 que acuden cada día de 8:30 a 17:20 a la compañía aseguradora “Consolidated life”. Impresionan las imágenes de todas estas personas llegando en tropel a ocupar sus mesas de trabajo frente a máquinas de escribir, enfiladas en salas enormes y rodeadas de disputados despachos cuyo tamaño es el indicador de su poder.
Uno puede hacer la reflexión de cuánto han cambiado las cosas en tan sólo cincuenta años, por la reducción de puestos de trabajo de tipo mecánico y su sustitución por ordenadores cada vez más inteligentes. Puedes entender al ver estas imágenes las dificultades hoy de ciertos colectivos para encontrar trabajo, porque no sólo la población aumenta sino que, afortunadamente, cada vez son más los que tienen una formación media o superior para competir por esas empresas que ofrecen una “vida consolidada”. Y ahí está la ironía, porque ninguna empresa ofrece hoy una vida de este tipo.
Sin embargo, el tragicómico Baxter, confundido en su soledad y buscando un aliciente en su vida, cae en la trampa de dejarse comprar para ocupar un despachito desde donde destacarse. Y el precio consiste en prestar su apartamento para cubrir las aventuras amorosas de sus jefes, todos ellos casados y con ganas de “echar una cana al aire”.
Es realmente cómico ver cómo el pobre Baxter espera en su portal a la espera de que los ocupantes acaben sus fiestas, contrae resfriados o limpia los restos dejados por los inquilinos. Capaz de aguantar todo con tal de obtener el prometido ascenso.
Todo da la vuelta cuando se enamora de la ascensorista que tiene un lío con uno de los jefes que visitan el apartamento. Se produce lo que en términos psicológicos se conoce como insight o reconocimiento de un comportamiento que hace daño y del que no se era consciente. A partir de entonces un nuevo Baxter emerge del engaño, arriesgando así su ascenso y su puesto de trabajo. De nada sirven las frases gloriosas de sus jefes, que se rebelan contra la oposición de Baxter a seguir en el juego: “Te hemos creado y también podemos acabar contigo”, “el trabajo en equipo es lo que cuenta…”, etc.
En este sentido, me pregunto cuántos Baxter habrá en nuestras oficinas de medio mundo, que han sido capaces, muchos de forma inconsciente, de ir en contra de sí mismo, por conseguir un ascenso o por mantener una posición.
En fin, la película, además de ser una delicia, acaba bien, con lo que terminas reconciliado con lo que de bueno tiene el género humano… No dejéis de verla, o de re-visitarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario